Asistentes: Johnnie, Edu, y Nesss
Para comer, nos sacan tres trocitos de txorizo a la sidra, ricos pero que nos saben a poco. Luego una tortilla de bacalao muy mona pero que nos divide entre los que les gusta más que la del viernes por estar jugosa por dentro y no por fuera, y los que achacan que no sabe mucho a bacalao ni a nada (falta de sal o ingredientes extra). Apurándonos para que acabáramos la última pinchada de tortilla, nos sacan una bandeja con tres peazo de lomos de bacalao con un pil- pil ligero que Edu clasifica como de excelente, así como la calidad del bacalao, coronado con ajito frito; vamos, de sobresaliente (y mejor que habría estado si Johnnie no le roba su ajito a Edu). Después nos sirven una txuleta de unos 900gr, muy rica y jugosa... pero bastante tiesa, tanto que Edu tiene que tirar de cuchillo de Ikea (!!!) para lonchearla muy fina y que podamos masticarla; una pena, porque de sabor estaba muy buena. Les pedimos que querremos otra más tarde, rogándoles que sea más tierna que la primera. Cuando les avisamos nos sacan otra de 800gr que está igual de buena y jugosa pero, esta vez sí, mucho más tierna (aunque Edu ya se ha acostumbrado al cuchillo de Ikea y a las lonchas finas, que ahora se parten como mantequilla); ojalá la primera txuleta hubiera estado igual de tierna. De postre, un cestito (cuadrado) de nueces, un trozo de membrillo, y dos trozos de queso, que estaba bien bueno. La sorpresa desagradable de la velada nos la llevamos al pagar los 128,83€, es decir, prácticamente 43€ por cabeza, lo cual enoja sobremanera a Johnnie que pide permiso para protestar. Cuando lo hace, la joven camarera dice que es porque tienen la mejor txuleta del Goierri (deben de tener los dientes muy afilados en el Goierri visto lo dura que estaba la primera que sacaron). No nos gustaron las razones y menos que nos dijera que ya tendríamos más suerte la próxima vez, pues no creemos que haya tal, como le dijimos. En fin, una pena, con lo bien que nos lo pasamos y lo que nos gustó la sidrería en general.
Comenzamos probando las kupelas con grifo cerca de nuestra mesa mientras la preparan (seguramente porque éramos tres y no dos), y enseguida Edu se encuentra con el rastafari y la pelirroja, ambos de Graná y primerizos, por lo que les ilustra con tres frases y ejemplos prácticos el noble arte de txotxear. Entretanto, Nesss solicita al camarero que abran el baño de fuera porque Johnnie se iba la pata abajo y no podía hablar (sólo fumar). Por cierto, que volvemos a ser los únicos que están de pie en toda la sidrería y nos alegramos de que a las familias las pongan lejos (tenemos malos recuerdos de la temporada 2014). Tras percatarse Nesss de un movimiento de tropas sospechoso, les seguimos y descubrimos la zona más lejana y con más kupelas, donde un paisano, que no camarero, abre algunas kupelas. En cuanto a la sidra, nos gustó bastante sin encontrar ninguna kupela de la que no repetir. Entre plato y plato nos encargamos siempre de irnos un buen rato de excursión a la zona más profunda y tranquila, que es donde más bebimos. A Nesss no le gustó que no avisaran cuando sacaban los platos y todos echamos en falta más txotxes, y más animados, por parte de los casheros. Valoramos de todas formas que el txotxero probara su propia sidra cuando nos abríó tras pedírselo.
Tras el disgusto de la factura y las últimas rondas donde nos saciamos de sidra, nueces, y demás recuerdos, salimos a las 17:30 con los granaínos y nos hacemos unas fotos de recuerdo fuera de la sidrería antes de despedirnos. No fuimos los últimos en salir pero quizá sí que fuimos los que más sidra libaron.